miércoles, 29 de agosto de 2012

No hay belleza sin iniciación


La creencia propagada por los estéticos de que la obra de arte hay que entenderla puramente desde sí misma como objeto de intuición inmediata, carece de sostén. Su limitación no está solamente en los presupuestos culturales de una creación, en su “lenguaje”, que solo el iniciado puede asimilar. Porque incluso cuando no aparecen dificultades en ese orden, la obra de arte exige algo más que el abandonarse a ella. El que llega a encontrar bello el “murciélago” tiene que saber lo que es el “murciélago”: tuvo que haberle explicado su madre que no se trata del animal volador, sino de un disfraz; tiene que recordar que una vez le dijo: mañana podrás vestirte de murciélago. Seguir la tradición significaba experimentar la obra artística como algo aprobado, vigente; participar en ella de las reacciones de todos los que vieron con anterioridad. Cuando ello se acaba, la obra aparece en toda su desnudez con sus imperfecciones. Al acto pasa del ritual a la idiotez, y la música de constituir un canon de evoluciones con sentido a volverse rancia e insípida. Entonces ya no es tan bella.

Theodor Adorno, Minima moralia (1951) Taurus, Madrid, 1998

martes, 28 de agosto de 2012

Volvemos...

No por la Cenit, pero si por la web. Para seguir despuntando el vicio del jazz, y otras músicas, acá estamos nuevamente. Jazz'in'black, ahora, porque renovarse es vivir